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viernes, 5 de octubre de 2012

La depreciación del rial no significa la inestabilidad del gobierno iraní


La depreciación del rial y del toman iraníes frente al dólar ha producido una ola de protestas en el Gran Bazar de Teherán. Los comerciantes, que suelen importar y exportar gran cantidad de bienes en dólares a través de las zonas de libre comercio y otros centros, se han visto muy afectados en tanto el cambio anunciado por el gobierno es distinto al que se encuentran en los bancos y casas de cambio, e incluso, en el mercado negro. El comerciante, que ya ha invertido una fuerte suma de divisas en sus importaciones ahora no sabe qué precio poner exactamente al producto en venta, y con los rumores en las calles, la inflación, la especulación y la corrupción de algunos agentes de gobierno, entonces decide cerrar y salir a las calles a pedir orden y estabilidad.

Los comerciantes del bazar no saldrían a protestar si no les tocaran los bolsillos. Algunos culpan a Ahmadineyad y otros a las sanciones estadounidenses,  Lo cierto es que ambos elementos han influido en la depreciación de la moneda, lastimando no solo al bazar sino a todos los que dependen del suministro de los bienes de enormes pasillos que lo conforman dando así a más especulaciones sobre el “colapso de la economía iraní”.

Pero si bien los consumidores están sufriendo la peor parte de esta situación, el gobierno iraní no corre el peligro de perder su dinero y su poder. La clave de esto, nuevamente, está en el petróleo. En efecto, amortiguar eficazmente la depreciación de la moneda local depende de la buena gestión del gobierno para utilizar los ingresos del petróleo y el gas y subsidiar con esas divisas las importaciones esenciales de la economía iraní.

Con datos duros, sabemos que el gobierno iraní desde hace varios años viene gozando de los beneficios de ser una economía petrolera. En 2005 los ingresos petroleros aumentaron a un promedio de 46  mil millones al año gracias a los altos precios del petróleo que generó la invasión de EEUU a Iraq, a lo que siguió el verdadero auge de los precios altos entre 2007 y 2009, período que llevó una ganancia de alrededor de 80 mil millones de dólares anuales (cerca de lo doble que en 2005). En 2011, Irán recibió cerca de 96 mil millones de dólares en venta de petróleo pese al corte de exportaciones que causaron las sanciones de la Unión Europea, la respuesta es que China, Corea del Sur, India, entre otros, siguen comprando petróleo iraní.

Así, lejos de colapsarse, la economía iraní se mantiene fuerte gracias a su renta petrolera, la cual continúa siendo alta en comparación con una década atrás gracias a los precios altos que impulsó la guerra en Iraq en 2003, y que se siguen manteniendo gracias a la actual retórica israelí contra Irán y viceversa.

En síntesis, mientras los ingresos del gobierno siguen siendo perfectamente sanos, a pesar de la crisis monetaria del rial y del toman, los economistas iraníes pueden (y deben) inyectar divisas a sus bancos y estabilizar la tasa de cambio para estabilizar su moneda. Si bien esto costará millones de dólares a los Pasdaran, es una acción que se tiene que hacer para evitar más protestas, verdadera preocupación del gobierno y los cuerpos de seguridad, ya que esta vez no solo el bazar está inmiscuido en ellas sino que ha sido su protagonista y organizador.

Sin duda el gobierno iraní tiene el dinero suficiente para ello, sin tocar sus reservas de oro y de divisas, y son estos momentos de crisis los más propicios para tomar decisiones a favor de la economía nacional, lo cual puede venderse, en términos políticos, como “una acción del gobierno con su gente”, haciendo consensos para señalar a un verdadero culpable de todo este caos, es decir, a los Estados Unidos.

El gobierno, una vez más, puede sacar ventaja de esta crisis si deja atrás la corrupción y el desvío de fondos. Dicho de otra manera, los fondos destinados a inyectar divisas a la economía nacional deben de llegar a sus destinatarios para vender "una victoria más contra el imperialismo y el sionismo".  Esta será la estrategia iraní para responder a esta crisis, cuyos réditos se verán solo cuando los precios de los bienes de importación se recuperen, y se puedan comprar con riales los dólares suficientes para que los becarios sigan estudiando en el extranjero, o la gente pueda salir de viaje, pero más importante aún, para que el bazarí pueda seguir suministrando y distribuyendo bienes y mercancías a los hogares iraníes.

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